MALA BABA, MALA SUERTE (2-6-25)



Estaba harta de esa persona, insistía en humillarme constantemente, me hacía parecer ante los demás  como una inutil incapaz de hacer nada a derecha.

Llevaba tiempo maquinando como hacerla desaparecer de la faz de la tierra sin ninguna consecuencia para mi.

Le hablé  de la mina la Jayona. 

Por entonces yo trabajaba como directora de un equipo que intentaba abrir nuevos pasadizos, que pudieran ser visitables y le convencí de la posibilidad  de encontrar oro.

Fuimos a visitarla, la  llevé hasta el final de una oquedad donde previamente había dispuesto de una buena cantidad de ladrillos y el material necesario para construir un muro.

Mientras ella buscaba el oro con afán, alumbrada con la luz del móvil, yo iba construyendo un muro para dejarla para siempre lejos de todos.

Cuando hube terminado y conseguido mi propósito la oí gritar con el miedo latente en su voz. Hice oídos sordos hasta que por fin dejé de escucharla.

Dispuesta a abandonarla allí para siempre,  decidí  volver, pero un muro de ladrillos se interponía entre la salida y yo.

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