ERROR
Han pasado alrededor de sesenta años y todavía tengo grabada en mi memoria la imagen de ese niño tumbado en la cama con los brazos cruzados y las manitas apoyadas a la altura del pecho. Vestido con sus mejores ropas se ha instalado para siempre en mis recuerdos.
Nunca se le ocurriría a una maestra de hoy día hacer pasar a una escuela entera delante de un niño muerto, pero en los sesenta las cosas se median de otra manera. Entonces no se pensaba en secuelas o daños psicológicos, todo era más rudo , e incluso, es probable que pensaran que cuanto antes nos acostumbráramos a las desgracias mejor nos enfrentaríamos al futuro y más fuertes y seguros creceríamos.
Nos pusieron en fila y uno a uno fuimos depositando un beso en la fría mejilla del difunto.
Ante la conmoción que supuso esta muerte para todo el pueblo , alguien comentó, seguramente otra niña, que Ube (el hijo del alcalde ) le había empujado por las escaleras y que el pequeño había perecido como consecuencia de las lesiones provocadas por la caída. Aunque esto hubiera sido cierto habría sido un accidente, un desgraciado accidente. En mi mente infantil se registró y quedó grabado para siempre que Ube era nada menos que un asesino y que no había tenido consecuencias para él porque su padre poderoso y con dinero había comprado el silencio de los padres del difunto,que poco después abandonaron el pueblo e instalaron un negocio en otro lugar.
Tanto arraigó esta idea en mí, que muchos años después coincidí en el instituto con la que entonces era novia de Ube y no sé con qué palabras ni de qué manera le di a entender mi repulsa hacia su pareja por lo que había hecho siendo un niño.
Hace un año empecé a profundizar sobre este recuerdo y pregunté por estos hechos a unos vecinos del pueblo que no recordaban nada, insistí porque yo no me lo había imaginado. Al cabo de unos días me contaron lo que de verdad pasó y no era lo que yo erróneamente interpreté. El niño se había caído de la baranda que entonces había en la plaza, se había roto un brazo y lo operaron porque la lesión era grave. Entonces te ponían anestesia general y se recomendaba no beber agua durante un pequeño periodo de tiempo. El pequeño bebió y esa fue la funesta consecuencia que le llevó a la muerte.
Eso fue lo que me contaron. Ahora, poniendo en orden mis recuerdos, me doy cuenta de que esa versión o alguna muy parecida la había escuchado anteriormente, pero mi mente insistió en mantener la otra porque me resultaba más novelesca.
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